Sekai no Yami to Tatakau Himitsu Kessha ga Nai kara Tsukutta - Capítulo 2
Sekai no Yami to Tatakau Himitsu Kessha ga Nai kara Tsukutta
Capítulo 2:
¡¿ESTE es el Resultado de Entrenar mi Telequinesia con Férrea Constancia?!
Me convertí en un estudiante de tercer año. Ya era hora de bajar el ritmo de la vida universitaria, ya que la búsqueda de empleo comenzaba a vislumbrarse en el horizonte. Me dijeron que, una vez que pasara a cuarto año, todo se reduciría a ello. Pero primero hablemos sobre mi telequinesia.
Según mis cálculos, ya había entrenado lo suficiente como para ser capaz de contrarrestar a FatMan, la bomba atómica que fue arrojada sobre Nagasaki. Las armas atómicas de hoy en día no se pueden equiparar a las de la Segunda Guerra Mundial, así que no podía decir con certeza si era capaz de bloquear una bomba atómica. Pero, viéndolo desde otra perspectiva, se podría decir que yo era tan imparable como una bomba atómica. Yo era, en efecto, un ejército de un solo hombre.
Sin embargo, todavía era vulnerable a formas más sutiles de ataque. No podía utilizar telequinesia cuando dormía, y no podía bloquear la luz, lo que significaba que era susceptible a la radiación. No me daría cuenta si alguien me atacara desde mi punto ciego, y tampoco tenía manera de lidiar con el envenenamiento. Aunque no tenía intención alguna de hacer cualquier cosa que pudiera obligarme a enfrentarme a tales… dificultades. Mientras seguía reflexionando al respecto, eventualmente comencé a sentir que realmente podría idear al menos una manera para lidiar con estas debilidades. Y, habiendo ideado algunas, no había manera de que no las probara.
La telequinesia es compleja. Mi corazón palpitaba por la emoción de adentrarme en lo inexplorado. No podía culparlo. Así que, en primer lugar, me dediqué a agudizar mi sexto sentido mediante telequinesia. Cuando digo “sexto sentido” no me estoy refiriendo a la intuición o algo espiritual, sino al sentido especial que me proporcionaba la telequinesia. Si lo conseguía, entonces los ataques sorpresa en mi contra dejarían de ser efectivos y la clarividencia dejará de ser un mero anhelo. Ahora bien, sobre la manera específica en que lo conseguí, verás: cuando intentaba levantar algo demasiado pesado para mí, sentía que estaba realizando un esfuerzo. Esa sensación iba a ser crucial en esta ronda de entrenamiento.
La sensación de esfuerzo, o la falta de ella, me daban una idea general del peso que estaba siendo levantado. En otras palabras, yo era capaz de sentir el peso de las cosas mediante telequinesia. La telequinesia no era solo un músculo increíble e invisible. Al igual que mis ojos y oídos, también servía como un órgano sensorial que podía darme retroalimentación.
Así que, para empezar, me sumergí en la Fosa de Japón (con profundidad máxima de 8,020 metros) y luego levanté dos masas de agua de mar de pesos ligeramente distintos. La masa de la derecha estaba ligeramente más allá de lo que podía manipular, y la masa de la izquierda estaba apenas dentro de lo que podía manipular. Y mi objetivo era familiarizarme con la sensación de la diferencia entre ambas.
Allí abajo, en el fondo del mar, mientras mantenía mi suministro de oxígeno con una barrera y la visibilidad con linternas, levantaba agua de mar, luego la soltaba. Levantaba, luego soltaba.
Uno, dos. Uno, dos. Uno, dos.
Concéntrate.
Tienes que concentrarte.
No pienses, siente.
Al igual que esas señoras en los mercados agrícolas que podían saber el peso exacto de una papa solo con sostenerla, quería entrenarme para volverme capaz de determinar con precisión el peso de algo sin siquiera pensar en ello. En términos de sonidos, cualquiera puede identificar la diferencia entre el sonido de una motocicleta a mitad de la noche y el sonido de una moneda de un yen golpeando al suelo. Nadie tiene que detenerse a pensar “el sonido de una motocicleta o el de una moneda, ¿cuál será más fuerte?, em, em, déjame pensarlo por un momento”. Yo quería conseguir lo mismo.
¡Puede que el sentido de la telequinesia realmente se convierta en mi sexto sentido! Me emocioné tanto que compré un montón de cajas de almuerzos en la tienda de conveniencia, y luego pasé un fin de semana entero allí abajo, en compañía de peces de aguas profundas. Pero, al pensarlo con mayor detenimiento, me percaté de que realmente no tenía que hacer este entrenamiento en una fosa oceánica, así que me marché a casa y me puse a comparar una manzana de 90 yenes y una naranja de 30 yenes.
Entrenar en el fondo de la Fosa de Japón, ja. Santo cielo, seguramente a las personas que ganan poder abruptamente les gusta ir y hacer locuras con sus poderes. No estoy en un manga de la Jump, no hay necesidad de ningún excéntrico e incomprensible régimen de entrenamiento. Bueno, quiero decir, si realmente hubiera un desarrollo en la trama como “¡OHH! ¡Así que para eso era el entrenamiento! ¡Increíble! ¡Me he vuelto tan fuerte!”, deparándome clichés y romances, entonces me encantaría que ocurriera. Pero, por desgracia, no tengo escenario alguno para exhibir los resultados de mi entrenamiento.
En serio, ¿por qué no hay más espers además de mí? Realmente quiero decir “¡Algo malo con este mundo!”, pero mi existencia es lo que está mal, ahh.
Con una sensación de futilidad alojada en mi pecho, terminé un reporte para una de mis clases, mientras comparaba el peso de guijarros y cucharas de distintos tamaños. Realmente quería ensalzarme por haber ideado un entrenamiento basado en pesar los vegetales del supermercado. Ser capaz de identificar a los más pesados y en mejores condiciones era un ganar-ganar para mí y para mis finanzas. Asombroso.
Y, después de entrenar por dos meses, me volví capaz de determinar la cantidad de esfuerzo que sentía en mi telequimúsculo. Ese fue el nacimiento de mi sexto sentido.
Este recién perfeccionado sentido del esfuerzo en mi telequimúsculo, este sexto sentido, resultó tener una increíble gama de aplicaciones. Por ejemplo, podía extender una fina capa de telequinesia sobre el suelo a los alrededores. A través de ella, podía determinar el peso de las personas y los vehículos que pasaran sobre ella, lo que me permitiría percibir cuando un asesino invisible se me acercara.
“¡¿C-Cómo lo supiste?! ¡Mi invisibilidad era perfecta!”
“Hmm, subestimar el sexto sentido de un telequinético fue tu perdición”
¿Lo entiendes? Lo entiendes, ¡¿verdad?! ¡Ahh, eso sería tan increíble! Aunque había un problema… bueno, dos. Las técnicas para invisibilizarse no existen, y yo ni siquiera tengo enemigos con los cuales pelear… ¡Mierda!
Otra aplicación era desplegar una barrera circular a mi alrededor, con la fragilidad de un pañuelo, para que pudiera darme cuenta cuando alguien se acercara lo suficiente como para irrumpir en la barrera. De hecho, en una ocasión mantuve la barrera desplegada a mi alrededor sin razón aparente y logré evadir magistralmente a un amigo de la universidad cuando se me acercó por detrás para hacerme la broma de “tocar el hombro y luego picar tu mejilla con el dedo cuando voltees la mirada”. Le dije “Olvidaste ocultar tu presencia” con una cara llena de satisfacción, pero él simplemente me ignoró. Qué tristeza.
Dejando eso de lado. Había despertado mi sexto sentido satisfactoriamente, pero todavía había mucho margen de desarrollo. Mucho, mucho margen.
Verás, el sentir peso a través de mi telequimúsculo era, en efecto, una sustitución del sentido del tacto. Quería expandirlo para involucrar los cinco sentidos del ser humano— vista, oído, olfato, gusto y tacto. ¡Ver, oír, oler, probar y también tocar con telequinesia! Si tengo éxito, ¡entonces realmente me volvería capaz de actuar como un poder misterioso en las sombras que es omnisciente!
En ese momento, el rango de mi telequinesia dependía de mi vista. Podía activar mi telequinesia dondequiera que pudiera ver, pero eso también significaba que no podía activarla en lugares fuera de mi campo visual. Sin embargo, si me volvía capaz de expandir el rango de mi telequinesia, así como de ser capaz de “ver” con ella, entonces podría, teóricamente, enviar telequinesia hasta Hokkaido mientras yo estuviera en Okinawa. ¡Ciertamente podría ver en vivo el Festival de la Nieve de Sapporo mientras me tomo un té de guayaba recién hecho! ¿No sería eso increíble? Y, además, si también añadiera los sentidos del oído y olfato, sería prácticamente como estar en Okinawa y Hokkaido al mismo tiempo.
Podría hacer un “viaje de negocios al extranjero” permaneciendo en Japón todo el tiempo.
Supongamos que un tornado se estuviera formando en América.
Podría enviar telequinesia para detener su trayectoria mientras miraba la transmisión en vivo en la televisión de la cafetería de la universidad.
El tornado en la televisión sería repelido por una fuerza misteriosa.
Las señoras del almuerzo y otros estudiantes murmurarían con asombro y desconcierto.
Y allí estaría yo, sonriendo nihilísticamente, disfrutando de mi plato de fideos Odón de 380 yenes sin decir palabra alguna.
¡Oh, claro que sí! Pero sí, probablemente podría estar en lugares cotidianos como ese mientras realizo hazañas telequinéticas remotamente. Si por mi fuera, me encantaría hacerlo mientras visto un atuendo negro y oculto mi identidad tras una capucha mientras tomo un trago de tequila en un oscuro bar clandestino. Pero yo sólo era un estudiante universitario promedio, no puedo permitirme tales gastos sólo por el ambiente.
Por favor, ¿podría alguien patrocinarme? ¿Por qué estoy viviendo una vida tan promedia cuando tengo un poder tan increíble? Creo que en este punto ya puedo pelear en igualdad de condiciones contra toda la fuerza armada de una superpotencia. Quiero decir, admito que no he estado precisamente difundiendo el hecho de que tengo este superpoder, así que nadie sabe nada al respecto. Ah~ah~ah~ah, aquí viene el desánimo nuevamente. Alguien, por favor, ofrézcame extraordinariedad.
Así que, basado en esa línea de pensamiento, la segunda fase del entrenamiento de mi sexto sentido sería la vista. “¡Voy a ‘ver’ con telequinesia!” Eso es lo que quería que ocurriera. Con ella, no solo sería capaz de sentir mis alrededores, sino también poder verlos.
Se dice que el 80% de los estímulos sensoriales que los humanos reciben provienen de la vista. Al aprender a “ver” telequinéticamente, sería capaz de sumar el 80% de mi vista telequinética a mi capacidad sensorial estándar del 100%. Eso se traduciría en la expansión de mi capacidad sensorial a un 180% (lo calculé sin pensarlo demasiado). Pero, dejando las bromas de lado, ese cálculo podría no ser tan descabellado. No sólo a mis alrededores, sino que también sería capaz de turistear en Brasil mientras me encuentro físicamente en Japón. Sería clarividencia en toda regla.
Sin embargo, realmente carecía de ideas respecto al enfoque que daría al entrenamiento. Para ser honesto, no tenía ni idea por dónde comenzar.
El hecho de que el rango de mi telequinesia estuviera limitado por mi vista significaba que probablemente las dos no estaban relacionadas totalmente. Así que sí había una conexión entre la telequinesia y la vista. Sin embargo, realmente no la entendía. No la entendía, así que decidí empezar por mejorar los aspectos que sí entendí.
Mi telequinesia solo se activaba dentro de mi rango visual. Si no era capaz de ver, ya fuera por la distancia o porque el objeto se encontrase detrás de algo como un panel de cristal empañado, la precisión disminuiría. Si se encontrase más allá del horizonte o totalmente fuera de mi vista, como el estar oculto detrás de un muro, entonces no podía activar telequinesia sobre él en absoluto.
Hasta ese entonces, no había intentado incrementar el rango. Por eso decidí comenzar por ahí.
Mi plan era, de hecho, bastante simple.
Compraría un telescopio.
Observaría algún punto muy lejano a través del telescopio. Activaría telequinesia en el lugar remoto que estuviese observando. Y eso sería todo.
Pensé que no habría problema si no pudiese activar telequinesia en el lugar que estuviese viendo a través del telescopio. Sería información relevante. Pero sí habría un enorme progreso si realmente pudiese activar telequinesia a través del telescopio. Quizá hasta podría ser capaz de activar telequinesia en la luna si utilizara un telescopio astronómico.
Así que fui a una tienda y le hice saber al dependiente que quería comprar un telescopio. Lo probé mirando a través de él y me di cuenta de que, sin lugar a dudas, podía utilizar telequinesia a través del telescopio. Así que lo compré en el acto. Pagué la considerable suma de 39,800 yenes, pero realmente valía la pena.
Cada mañana, antes de ir a clases, salía a mi terraza y utilizaba telequinesia sobre ramas de árboles lejanos y en los anuncios de las tiendas a través del telescopio. Esto me provocaba una nueva y extraña sensación, totalmente ajena a cualquier cosa que haya sentido antes. Cuando utilizaba telequinesia a través del telescopio, me embestía una sensación de mareo, como si estuviera intentando ver a través de un par de gafas con mucho aumento. Con base en todas mis experiencias previas, llegué a la conclusión de que se trataba de un buen presagio. Cuando las cosas se sentían complicadas o tensas, eso siempre llevaba al crecimiento de mi telequimúsculo. La sensación de incomodidad seguramente significaba que habría progreso, siempre y cuando me acostumbrara y sobrepusiera a ella.
De hecho, el primer día me embistieron mareos y dolores de cabeza sólo por usar el aumento más bajo. Pero, al quinto día, ya me había acostumbrado, y mi rango telequinético sin el telescopio también se había incrementado un poco.
Algo divertido ocurrió al transcurrir de una semana de comenzar a entrenar: la policía tocó a mi puerta diciendo que “habían recibido reportes de que alguien en este apartamento actuaba sospechosamente con un telescopio, como si estuviera espiando a alguien…” Les convencí desesperadamente de que me gustaba observar las aves. ¡Qué calumnia tan horrenda! El entrenamiento con el telescopio probó ser altamente efectivo, y mi rango también incrementó enormemente.
En primer lugar, desarrollé una sensación peculiar para los lugares que estaban tan lejos que apenas y podía verlos. De alguna manera, aunque no tengo mucha idea, me volví capaz de sentir “pesos” específicos en un área general designada. Y si enviaba telequinesia hacia ese objetivo, se activaba sin problemas.
La clave era el “peso”. Contra lo que utilizaba telequinesia era el “peso”. La vista telequinética estaba conectada al peso o, en otras palabras, la sensación del tacto. El entrenamiento de resistencia de mi telequimúsculo seguramente jugó un papel importante en hacer esto posible.
Con el rango aumentando de manera gradual y constante, después de dos meses me volví completamente capaz de utilizar telequinesia en cosas fuera de mi rango visual. Sin embargo, la precisión era considerablemente peor. Todo lo que podía hacer era activar telequinesia sobre un objeto de un cierto peso aproximado dentro de un área general. Sólo podía utilizarla en una manera tan imprecisa como esa. No podía crear barreras, no podía hacer que las cosas levitaran o se suspendieran en el aire. Las únicas cosas que podía hacer eran movimientos básicos como empujar y jalar.
Sin embargo, eso en sí mismo ya era un gran progreso. Porque significaba que podía utilizar telequinesia en objetos ocultos tras obstáculos.
Con eso, podría enviar a volar con una fuerza misteriosa a criminales que se estuviesen ocultando detrás de fortificaciones. Era bastante probable que pudiera. Aunque sólo mediante el peso podía designar objetivos que no pudiera ver, por lo que tendría que conocer el peso de los criminales de primera mano.
La sensación de utilizar telequinesia en algo que no podía ver, ya fuera por la distancia o por los obstáculos, era similar a entrecerrar los ojos para ver algún lugar lejano. Al concentrarme y hacer ruidos como “nnn”, me era posible ver un poco más lejos. Una vez que comprendí dicha sensación, todo se redujo a un tema de repetición. El secreto del progreso telequinético residía en la telequinesia.
Progresar, y luego progresar aún más. Al principio, mi rango era de apenas 300 metros. Después de familiarizarme con la sensación de utilizar telequinesia a 600 metros de distancia con el primer aumento del telescopio, me auto desafié a mantener el rango sin el telescopio. Buscaba un “peso” que estuviera a 600 metros y aplicaba telequinesia sobre él. Si no podía hacerlo, simplemente miraba a través del telescopio para recuperar la sensación.
Cuando dominé la marca de los 600 metros, subí el aumento 3 veces, hasta los 900 metros. Luego, practiqué y practiqué.
El telescopio que había comprador tenía un aumento máximo de 150 veces. Paulatinamente, me familiaricé con los incrementos en el aumento. Al cabo de medio año, tenía un rango máximo de 300m x 150 = 45 kilómetros. Con eso, incluso alguien que estuviese corriendo un maratón entero para escapar de mí, seguiría dentro de mi alcance. Aunque, bueno, sólo podía designar cosas basándome en sus pesos, así que no era tan útil como parecía.
Después de haber entrenado así por 6 meses enteros, me acostumbré tanto que ya no necesitaba la ayuda del telescopio para continuar por mi cuenta con el entrenamiento de extensión de rango.
Sin embargo, aún había un problema.
En efecto, logré incrementar el rango de mi telequinesia. Pero el principal objetivo de “ver” aún no había sido conseguido. No sabía qué hacer, así que hice de todo. Pasé un día entero con los ojos vendados, atenuaba gradualmente las luces de mi habitación para identificar los puntos en los que pudiera y no pudiera activar la telequinesia, basándome únicamente en mi vista. Hice bizcos. Compré libros ilustraciones en 3D, cuyas imágenes saltaban. Mantuve un ojo cerrado. Intenté grabar una imagen en mi mente y luego cerraba los ojos e intentaba utilizar telequinesia basándome en dicha imagen.
Como resultado, gracias a alguno de esos métodos, o a alguna combinación de ellos, realmente me volví capaz de “ver” con telequinesia.
Estoy seguro de que has experimentado cuando cierras los ojos y todo está oscuro, pero si luego te enfocas en dicha oscuridad, terminas viendo unas ondas de color desconcertantes. Mientras continuaba con mi entrenamiento “visual”, esa sensación de desconcierto se aminoraba gradualmente, las figuras vagamente tomaban forma, las tonalidades se intensificaban y las siluetas se tornaban definidas. Al final, terminé adquiriendo un sentido de vista telequinética en nada distinto al sentido estándar de la vista.
Con esto, había conseguido completa libertad para ver cualquier cosa que quisiera siempre y cuando estuviera dentro de mi rango. ¡Los obstáculos ya no representaban problema alguno! ¡También tenía total libertad en el tema los ángulos! Pero, al mismo tiempo, el abanico de posibles usos inapropiados de mi telequinesia se había ampliado. Podría ver películas desde el mejor asiento de una sala de cine sin tener que pagar un centavo. También podría husmear bajo las faldas o dentro del baño de cualquier chica que desease. Incluso podría revisar manuscritos de manga sin tener que esperar a que los publicaran. No, no, no, no debo. Si no hubiese fortalecido mi corazón, podría haber sido devorado por la oscuridad. Así que este… es el destino de aquellos que ostentan poder (lol).
¡Pero la realidad no es más que esta! Lloré con un poco de rabia mientras me adentraba dentro del infierno de la búsqueda de empleo.
Síp, me había convertido en un estudiante de último año de universidad. Tenía que incorporarme a la fuerza laboral. Pensaba en lo ridículo que era que las búsquedas de empleo comenzaran en abril. Eso significaba buscar un empleo incluso cuando todo mi tiempo estaba siendo acaparado por los reportes finales. ¿No se supone que la universidad era un sitio para estudiar?
Bueno, podía lamentarme cuanto quisiera, pero no tenía manera de destruir las, en mi opinión, distorsionadas normas sociales de la sociedad japonesa. Quiero decir, podía destruir físicamente al gobierno central japonés, pero no veía cómo eso podría cambiar las intangibles normas sociales. Más bien, hacer eso solamente me convertiría en el Enemigo Público Número 1.
Todos los que tomen espada, a espada perecerán. Karma. Así funcionaba la sociedad. O, al menos, eso es lo que había aprendido de los mangas. Suena como una tontería.
Dejando de lado al destino, a las reformas sociales y todo eso, la búsqueda de empleo era un asunto que tenía que tratar con seriedad.
Lo ideal sería encontrar un trabajo haciendo lo que me gusta. También estaría bien un trabajo en un campo que encajara con mis talentos, así como un trabajo bien remunerado o uno en donde pudiera tomármelo con calma.
Lo que amaba era la telequinesia. La telequinesia era aquello en lo cual era talentoso.
Yo había concentrado todos mis esfuerzos en la telequinesia desde la preparatoria. “¡Con el poder de la telequinesia, podría contribuir en la empresa al optimizar sus procesos operativos!” Si dijera eso, ellos probablemente pensarían que me faltan algunos tornillos. Si ellos dijeran, “Entonces, ¿qué tal si nos das una demostración?”, provocándome. Yo les respondería, “Delo por hecho (activo mi telequinesia) (el entrevistador flota por los aires) (el edificio se desploma) (me río a carcajadas mientras floto sobre la calle que ha quedado reducida a montañas de escombros)”. Eso ni siquiera sería divertido.
Dejando de lado las bromas, podría ser más sutil y hacer levitar una taza de café o algo similar para convencerlos de mi poder. SI yo fuera un reclutador, no habría manera en que dejara ir a un candidato con una habilidad tan conveniente y que daría mucho de qué hablar. Así que obtendría la oferta. Aceptaría dicha oferta, luego pasaría por la ceremonia de ingreso, las capacitaciones, toneladas de trabajo, evaluación de las curvas de aprendizaje y desempeño, bonificaciones especiales, ascensos, oleadas de propuestas de matrimonio, y luego estaría agradecido a haberme mantenido entrenando mi telequinesia… ajá.
Volví a mis cabales a mitad de mi delirio.
¿En serio tengo que buscar un trabajo normal de asalariado a pesar de que poseo superpoderes tan increíbles? ¿No hay algo así como un lugar en donde pueda hacer mejor uso de mis poderes?
¿Qué tal una organización gubernamental secreta encargada de manejar los fenómenos sobrenaturales? Repeler invasiones alienígenas y… bueno, ya sé que en este mundo no hay nada así de emocionante. Así que, dejando eso de lado, si era contratado como el guardaespaldas del presidente, sería capaz de protegerlo incluso de una lluvia de bombas nucleares. Lánzame a una zona devastada por la guerra y todos los soldados enemigos sucumbirán ante una misteriosa fuerza en pocos días.
Un esper para su país. ¿Qué opina?
Pero, bueno, no tenía conexiones. ¿Cómo es que los presidentes contratan a sus guardaespaldas? Y, en el mundo moderno, los asuntos ya no son tan simples como derrotar a todos los enemigos en batalla, sino que hay que considerar que las religiones, la pobreza y las agendas políticas están entrelazadas en un nudo gordiano de proporciones colosales.
No resolveré nada quedándome de brazos cruzados, ¿debería intentarlo? Si me revelo ante la sociedad escandalosamente y anuncio que estoy buscando empleo, para ser honesto, no creo que sea tan difícil conseguir una oferta laboral.
¡PERO! Siendo totalmente franco, estaba aterrado por el precio de la fama.
Sabía por el internet lo rápido en que las personas puedes agruparse para lamentarse sobre alguien que alcanzó la fama muy abruptamente. Un esper que puede plantarle cara a un ejército entero sería un objetivo perfecto. Hasta el último detalle de mi historia y mis relaciones saldría a la luz y sería transmitido en todos los canales, los denominados “expertos” dirían irresponsablemente cualquier sarta de tonterías sobre mí y las debatirían y, finalmente, cuando todo el mundo estuviera harto del tema, yo sería relegado. ¡Eso es aterrador! ¡No hay manera en que pueda soportar eso! Mi corazón no lo soportaría.
Pero, mientras me exprimía el cerebro pensando en una buena solución, el flujo del tiempo transcurría sin piedad. Estancado con las mismas personas a mi alrededor, mi búsqueda de empleo continuó, fui a un sinfín de entrevistas sin revelar mi telequinesia, me vi acorralado por los proyectos finales, pasé los días siendo asediado por esto y por aquello y, antes de darme cuenta, había sido aceptado en una empresa mediana de capital de riesgo.
Estaba secretamente sorprendido.
En serio, nada ocurrió. A pesar de que entrené tanto mi telequinesia, durante los maravillosos años de mi vida escolar, ninguna organización secreta ni tampoco ninguna heroína de otro mundo tocaron a mi puerta.
¿Qué se supone que haga ahora? Me he convertido en un miembro activo de la sociedad. Días extraordinarios, si van a venir, ¡entonces dense prisa! Si vienen para cuando yo me haya convertido en un adulto de mediana edad, entonces tendré dificultades para mantener el ritmo de las aventuras y todo eso, ¡así que mejor dense prisa! No vendrán, ¿cierto? ¿Realmente no vendrán?
… Nunca vinieron.
Me gradué de la universidad sin inconvenientes y comencé en mi nuevo empleo. Todo era tan normal que me daban ganas de vomitar.
Después de convertirme en un adulto con empleo, los días transcurrieron rápidamente.
La inconsistente capacitación inicial que intentó abarcar demasiado en muy poco tiempo. Descubrir que mis actividades eran completamente distintas a las estipuladas en el contrato. Ser obligado a llegar al trabajo a las 7:00 a.m. a pesar de que la jornada debería comenzar a las 8:00 a.m. Tener que registrar mi salida a las 8:00 p.m. antes de regresar a mi escritorio. Las horas extras no remuneradas por normatividad interna. Asistir al trabajo incluso en días festivos (sin goce de sueldo). Llamadas para regresar a la oficina justo después de haber regresado exhausto a casa. Reclamaciones irrazonables. Responsabilidades que sólo seguían acumulándose. Un sueldo inversamente proporcional a la carga de trabajo. Un pequeño error que provocó que perdiéramos un cliente, por el cual fui sermoneado y por el cual no se me otorgó el ascenso que tenían planeado para mí.
Fue complicado. Bastante, pero los humanos se adaptan con rapidez. Después de un año, me acostumbré al trabajo y aprendí a relajarme más y a reducir gastos en medida de lo posible. Llegó el nuevo grupo de novatos, así que la atención de mis superiores y todas las tareas variadas fueron transferidas a ellos.
Después de dos años, mi estilo de vida se fue asentando paulatinamente.
Una noche regresé a mi modesto apartamento y desanudé mi corbata mientras sacaba una cerveza del refrigerador con telequinesia. Me arrojé al sofá y encendí el televisor.
Se dio la casualidad que se estaba transmitiendo un anime nocturno, uno de esos con superpoderes. El protagonista, un chico que, aparentemente, tenía poderes piroquinéticos, apuntaba su espada directamente hacia una chica con un escandaloso disfraz mientras gritaba “¡¿Por qué nos traicionaste?!”. La heroína estaba llorando mientras era obligada, por las sombras que la controlaban, a ponerse de pie y atacar a su compañero. El protagonista recibió el impacto con una expresión de dolor en su rostro. Y entonces apareció la mente maestra con gafas oscuras sonriendo maquiavélicamente mientras observaba a través de un monitor.
Se veía tan divertido… compacté la lata vacía al tamaño de una pelota de golf y luego la arrojé hacia el cesto de basura que estaba detrás de mí con ayuda de mi telequinesia. ¿Cuál es la diferencia entre ese protagonista y yo?
Definitivamente soy más fuerte que él. Oh, mira, la heroína usó una espada hecha de sombras comprimidas para partir un camión a la mitad. Tomen asiento, perdedores, yo incluso podría cortar en dos al Monte Fuji si así lo quisiera.
Pero, realmente, se veía tan divertido… Esa era exactamente la adolescencia que había querido vivir.
¿Por qué estaba viendo un anime de pésima calidad a altas horas de la noche con una cerveza en la mano mientras me compadecía de mí mismo?
Yo elegí esta vida. Temiendo al precio de la fama, prefiriendo equivocarme en el lado menos peligroso, había mantenido mi telequinesia en secreto. Tenía miedo de sobresalir. Esos temores probablemente eran ciertos. Pero no puedes secuestrar un cachorro de tigre sin antes haberte adentrado en su guarida. Por otra parte, también era cierto que mi elección de no arriesgarme fue lo que me llevó a esta absolutamente aburrida vida, en la cual vivía por mera costumbre.
Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas.
¿Estoy bien con esto? ¿Con que mi vida sea así? ¿Realmente estoy satisfecho con pasar mis días en una empresa que no amo, siendo explotado por mis jefes, aferrándome desesperadamente a un asiento que cualquier otro puede ocupar, viviendo una vida que será olvidada diez años después de mi muerte, sin llegar a ser nada más que un mero engranaje de una empresa? Mientras me cuestionaba a mí mismo, sentí arder nuevamente el fuego que había sido apagado por dos años como un adulto trabajador.
Seguramente no era demasiado tarde.
Así es. Simplemente no tuve suficiente determinación durante mis días de estudiante.
Tuve una epifanía.
Si los días extraordinarios no vendrían a mí, entonces yo mismo haría esos días extraordinarios.
Me crearía un rival predestinado. Crearía una linda y poderosa heroína. Reuniría compañeros con personalidades únicas. Crearía una organización que peleara contra aquellos que se ocultan en las sombras. Crearía grotescos enemigos contra los cuales luchar. Tenía el poder para hacerlo. Había entrenado tanto que podía hacer todo eso.
Me tomé mi segunda cerveza y luego me puse de pie con una determinación que ardía en desde lo más profundo de mi ser.
¡UOOOHHHHHHH!
¡Ya lo decidí!
¡Nunca más seré un esclavo corporativo!
¡YO!
¡FUNDARÉ!
¡LA!
¡¡¡ORGANIZACIÓN SOBRENATURAL!!!
Comentarios para el capítulo "Capítulo 2"
MANGA DE DISCUSIÓN
ADVERTENCIA
Si tienes alguna página recolectora de Novelas Ligeras, por favor, comparte el archivo con el link original proporcionado por nosotros, eso nos ayuda mucho para medir las descargas y con ello dar mayor velocidad en la traducción.