Kurasu no Daikiraina Joshi to Kekkon Suru Koto ni Natta - Epílogo
Epilogo.
Saito y Akane no se quedaron mucho más con la familia Houjou y regresaron rápidamente a su hogar. Saito aun debe estar cansado por sus lesiones, o tal vez estaba mentalmente exhausto por la escena que causaron sus padres, pero rápidamente cayó dormido en la sala después de cenar. Akane terminó de bañarse, incluso se secó el cabello por si acaso, mientras seguía parada frente a la cama. Ella aún no podía creer lo tontas que fueron las palabras que había dicho ante. No solo dijo que ella haría feliz a Saito, incluso declaró que también declaró su parte. Eso básicamente fue una propuesta, y no había duda de que a Saito le habría disgustado.
Entre más pensaba en ello, más agitada se ponía, mientras se generaba más sudor por su cuerpo. La mano que giraba el picaporte de la puerta estaba mojada como después de la lluvia. Ni siquiera sabía qué cara poner al encontrarse con Saito, y no podía creer que quedarse en la misma cama fuera siquiera posible para ella.
— Pero… ¿tal vez al menos él… se volvió un poco más consciente de mí…?
Con sentimientos complejos, mezclados con un poco de anticipación, Akane lentamente cerró la puerta. Dentro, Saito estaba dormido, con una pierna fuera de la sabana, mientras la mitad de su cuerpo casi se recostaba sobre la cama. Eso por sí mismo estaba bien, pero Shisei quien dormía entre sus brazos realmente destacaba.
– Mmm… mmm… no puedo comerme a Anii-kun…
Estaba tratando de hablar en su sueño… o más bien, pretendía estar dormida, mientras iba por los labios de Saito.
– Estás despierta, ¡¿no?!
A la velocidad de la luz, Akane apartó a Shisei de Saito, e incluso con ello, él no se despertó. ¿Qué tan denso puede ser?
– No estoy despierta…
– ¡alguien dormida no me respondería!
– No estoy despierta, miau…
– ¡Decirlo de una manera linda no ayudará a tu caso! ¡incluso aunque pretendas ser un gato!
Akane trató de mantenerse firme, pero la lindura de Shisei era peligrosa. Especialmente ya que ella es del tipo hermana menor como Maho.
– Shisei-san, ¡¿no dijiste que quedarías como la hermana menor de Saito?!
Sin embargo, ahí estaba ella intentando besarlo otra vez.
– Sí, Shisei quiere ser su hermana menor. Porque incluso si se divorcia de su esposa, él no dejará a su hermana menor. Shise puede estar con Anii-kun siempre. Y comérselo de vez en cuando. Y comer la comida de Akane de vez cuando. – Shisei se rió como un hada.
Sin embargo, no era algo así como un hada inocente, sino más bien una que abducía a los demás.
– Hice los cálculos. Y esta es la manera más segura de tener a Saito. – le susurró Shisei a Akane al oído.
— ¡ella es una estratega insana!
Akane fue asaltada por muchas sensaciones de peligro.
A la mañana siguiente, cuando Saito se despertó, él vio a su esposa y hermana durmiendo agarradas de la mano
— ¿Cuándo se volvieron tan cercanas…?
Sato ladeó la cabeza, mientras salía de la cama. Más que sostener sus manos, parecía que se estaban restringiendo la una a la otra… o tal vez solo estaba imaginando cosas. Incluso sus expresiones incluso parecían tensas, como si lucharan por mantenerse despiertas hasta el límite… pero debía de ser la imaginación de Saito. No quería cavarse una tumba más profunda. La paz lo era todo.
Saito salió de la habitación y abrió el refrigerador de la cocina. El interior estaba lleno de ingredientes. En casa, apenas tenía lo suficiente para sobrevivir, y tenía que conformarse con jugo de verduras, pero esta cantidad era casi tranquilizadora. Y después de mudarse con Akane, fue capaz de cocinar algunos alimentos básicos. Tenía que mejorar sus hábitos alimenticios porque Akane sólo le regañaba por comer tazas de ramen. Y justo cuando Saito pensaba en qué hacer para desayunar, Akane entró furiosa.
– ¡B-Buenos días! ¡prepararé el desayuno!
– Puedo encargarme si aún tienes sueño. Pensé en desayunar unos huevos crudos.
– ¡¿eres una serpiente?!
– Soy un humano. ¿no sabías eso?
– ¡sí! ¡muchas gracias!
Saito continuó con confianza.
– Los huevos son geniales. Tienen mucha proteína y poca grasa. Están llenos de energía vital.
– ¡pero no puedes engullirlos sin haberlos cocinado apropiadamente! ¡eso es triste!
– Aunque no estoy triste.
– ¡el que lo vea lo estará! ¡así que siéntate!
Tal y como le dijeron Saito tomó asiento en la silla de la cocina. Sin embargo, por alguna razón se sentía inquieto. Y el mirar la espalda de Akane en la cocina hizo que su corazón fluctuara. Ha estado así desde que regresaron.
— ¡Alguien que es capaz de lastimar de esa forma a su hijo no está capacitado para ser padre!
— Si eso es todo lo que te importa, entonces ¡seré yo quien haga feliz a Saito!
Las palabras que Akane había gritado en ese entonces aún resonaban en los oídos de Saito. Él se sintió feliz por ello. Sólo recordar esas palabras hacía que su cuerpo se sintiera erizado por dentro.
– U-Um… ¿Akane?
Él quería agradecerle, así que se puso de pie.
– ¿q-qué?
Akane cocinaba el tocino en la sartén cuando miró a Saito, aparentemente ansioso.
– Bueno… ya sabes…
Por alguna razón, él no podía agradecerle. Incluso aunque no tenía problemas en hacerlo cuando ella cocinaba para él. Algo estaba mal con esto. Él intentó forzarlo a salir de su pecho, pero las palabras estaban selladas en lo profundo de su alma, mientras era incapaz de expresarse. Mientras estaba confundido por sus propios sentimientos, tuvo que ir palabra por palabra.
– Ayer… lo que le dijiste a mis padres… um…
– ¡¿Eeeek?!
Akane dejó salir un gemido, mientras casi tiraba el plato de comida en su mano. Saito rápidamente lo atrapo y se aseguró que no se aseguró que Akane no se cayera.
– T-ten cuidado, ¿vale?
– L-lo siento…
El cuerpo de Akane estaba en sus brazos, sintiéndose increíblemente caliente. Tanto que se le transmitía. De igual manera ella olía tan dulce. Y la vista de su cuello era un paisaje encantador. Cada uno de los mechones de su cabello brillaba con una estimulante luz, derritiendo la mente de Saito. Su corazón iba tan rápido que dolía. ¿Qué era esta dulce sensación que adormecía por competo el cerebro de Saito?
— ¿Yo estoy…?
Una puerta desconocida se abrió frente a Saito.
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