Aoharu Devil - 0-Prólogo
Aoharu Devil
Volumen 1-Prólogo:
Reflexioné acerca de lo descuidado que fui al olvidar mi teléfono en el instituto. Habría tenido la oportunidad de recuperarlo en caso lo haya notado durante el día, pero no fue hasta altas horas de la noche que me di cuenta de ello. De todos modos, el salón de clases casi siempre se encontraba vacío, lo cual significaba que podía recuperarlo a la mañana siguiente. Al fin y al cabo, no iba a morir sin mi teléfono.
Sin embargo, en ese momento recordé que aún no había reclamado la recompensa diaria por inicio de sesión en aquel juego. Si no lo hacía, mi racha de sesiones diarias se rompería. A pesar de que no estoy muy al tanto de ese juego y suelo pasar de él, sería una lástima perder la racha, y creo que cualquier persona haría lo posible para evitarlo.
Era precisamente aquella razón lo que me impulsó a ir al instituto. Pensándolo bien, fue una decisión completamente errónea, y este tipo de acciones suele llevar a consecuencias adversas.
Experimentando una sensación de culpa subí a la bicicleta y me dirigí al instituto. Las pequeñas luces delanteras en combinación con el giro de la rueda frontal proyectaban sombras desconocidas a través del habitual paisaje. El aire se percibía ligeramente cálido a pesar de que era inicios de verano, el aroma del viento y del polvo recorrían mi cuerpo. La sensación de serenidad y ansiedad se infiltraban silenciosamente en toda mi piel.
Finalmente llegué al estacionamiento de arena y acero. Mientras aparcaba mi bicicleta en una esquina, noté algo extraño, había una luz parpadeante en la terraza del instituto. Aquella luz azul tenía un efecto retroiluminado, destacando los contornos del edificio en la oscuridad y haciéndolo especialmente visible.
“… ¿Qué es eso?”
Mi columna vertebral se estremeció y empecé a temblar, pero ya había llegado bastante lejos y no pensaba irme con las manos vacías, así que decidí infiltrarme en el instituto tal como había planeado.
El sistema de alarmas era como una mina terrestre: si evitas los lugares donde están ubicados, no habrá ningún problema. Escalé la valla ubicada detrás del instituto y abrí la ventana rota del salón de clases de geografía. Había escuchado rumores sobre una ruta para ingresar a la escuela durante la noche, pero nunca pensé que fuera verdad.
Me quité cuidadosamente los zapatos y avancé por el pasillo en calcetines. El edificio estaba en silencio, y la luz exterior se filtraba por la ventana, tornando todo de azul. A diferencia de los zapatos normales, los calcetines no hacen ruido al caminar. Mantuve la respiración mientras me acercaba a aquel salón de clases, aunque me asusté por el excesivo ruido de la puerta, logré entrar y empecé a buscar en mi escritorio.
Después de sentir el gélido tacto de aquel pequeño bloque, dejé escapar un suspiro de alivio. Por precaución encendí la pantalla, y entrecerré los ojos como respuesta a causa del excesivo brillo. Bien, terminé con esto, no necesito seguir aquí.
Sin embargo…
Sentía una gran curiosidad por lo que podría haber en la terraza.
“¿Qué demonios es eso?”
Mis pensamientos resonaron en el aula vacía. Me pregunté si estaba teniendo visiones extrañas. Pensándolo bien, alejarme sería la mejor opción, pero por alguna razón aquella luz en la terraza me atraía de forma irremediable.
Silenciosamente corrí por el pasillo y subí por las escaleras en cuanto guardaba mi teléfono. La puerta de la terraza se encontraba bloqueada, pero la mayoría de los estudiantes sabían que la perilla se podía desbloquear girando y empujando un par de veces.
Abrí la puerta lo más silenciosamente posible. Encontré a la oscuridad extendida en toda la noche, normalmente. Sin embargo, allí estaba ella…
Es… hermosa, pensé.
Tenía una figura esbelta. Su vestido azul oscuro que delineaba su figura danzaba en el cielo nocturno, su largo cabello ondeaba al ritmo del viento y llevaba unos altos tacones, el accesorio en forma de estrella que adorna sus flequillos brillaba bajo la luz de las estrellas. Era la perfecta figura de una muñeca, sin embargo, noté que su cuerpo ardía en llamas, aquel tono naranja se mezclaba con la oscuridad del cielo.
La cálida luz subía por sus hombros, cuello y cabello, se esparció desde su coronilla[1] hacia el firmamento, como una vela. En ese instante una hoja cayó sobre la llama, se tiñó de un rojo brillante en un instante y se consumió, quedando apenas sus cenizas.
Por alguna razón, aquella llama no tenía efecto alguno en su cuerpo, cabello ni ropa. En eso noté algo extraño, algo se arrastraba desde su pecho, el pequeño ser oscuro movía sus extremidades, arrastraba su cola y trepaba suavemente por su cuello.
Su postura, extrañamente carente de sentido, se asemejaba a una sombra. Sin embargo, su contorno era claramente visible.
“… ¿Una lagartija?”
Seguí observando detenidamente. Cuando la chica notó mi mirada, sus ojos se abrieron y sus pupilas rectas parpadearon de repente. Sus finos labios se entrecerraron suavemente.
Al ver aquella escena corrí hacia las escaleras.
“Uh… ¡¿Qué debería hacer?!” Pensé mientras seguía escapando
¿Qué era eso? ¿Qué demonios es eso? ¡¿Un fantasma?! ¡No! ¡Pude ver su cuerpo! ¡Pero estaba ardiendo! ¡Y era una chica! ¡Tengo que hacer algo! ¿Activar la alarma contra incendios? No, es un poco innecesario. ¿Conseguir una cubeta con agua? Debe haber alguna en el armario de suministros. Pero… ¿No toma bastante tiempo llenarla de agua? No hay posibilidad de hacerlo en silencio.
En ese instante, un objeto apareció en mi campo de visión y me detuve inmediatamente. Mis calcetines resbalaron sobre el pavimento y utilicé las manos para sostenerme contra el suelo. Frente a mí se encontraba un extinguidor de incendios.
“¡Eso es!”
Sostuve el soporte y lo levanté. La botella metálica impresa con diversas notas de precaución era bastante pesada. Pero no había tiempo que perder, corrí por el pasillo y subí las escaleras mientras recordaba las instrucciones de uso. Tenía que salvarla.
Subí las escaleras y golpeé la puerta parcialmente abierta. Sin embargo, no había nadie más allí.
“Eh… ¿Qué?”
La llama, aquella chica y cualquier rastro de ella habían desaparecido por completo. Mientras miraba los alrededores, algo ubicado en el suelo llamó mi atención, era un objeto blanco del tamaño de la palma de mi mano.
Dejé el extintor y me agaché para recogerlo. La etiqueta azul contenía escrito el contenido: Menta.
¿Tal vez ella lo olvidó? Lo sacudí un poco e hizo un sonido peculiar, era similar al de un latido.
Hasta ese momento, no tenía la menor idea de lo que sucedió. No sabía que su cuerpo y su corazón ardían con un doloroso deseo. Nunca pensé que aquel deseo podría consumir mi pacífica vida cotidiana. Alcé la mirada y observé el firmamento.
Aquel resplandor se superponía a la luz de la llama que ella emitía. Al darme cuenta, comprendí todo.
Ese día, me equivoqué en todo lo que hice, y gracias a ello la conocí. Tal vez no sea correcto mencionar que aquel encuentro haya sido algo bueno. Era incierto, fue provocado por el deseo, distorsionando la gravedad del cielo. Bajo aquel firmamento, mi juventud y aquella llama nacieron juntas. Una estrella fugaz brilló en todo el cielo nocturno, extinguiéndose en un instante.
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