Gimai Seikatsu - Prólogo
Gimai Seikatsu
Volumen 5-Prólogo:
Asamura Yuuta
Aquel día, yo, Asamura Yuuta, me encontraba recorriendo el festival cultural de la Preparatoria Suisei. Dicho evento tuvo lugar durante la segunda semana de octubre, y aquel momento en particular estaba teniendo lugar un poco después del mediodía. Al mirar por la ventana, me encontré con un cielo despejado y muchos árboles susurrantes por la fresca brisa. A dondequiera que uno mirase, se encontraba con indicios de que el otoño ya había llegado. A pesar de que el sol seguía en su posición más alta, uno no podía evitar querer beber algo caliente para reconfortarse ante aquel evidente frío que la piel sentía.
Cuando dirigí la mirada hacia abajo, avisté un gran número de personas que subían por una pequeña colina desde la puerta de la escuela, entrando a las instalaciones cual hormigas adentrándose en sus hormigueros. No hacía falta tener grandes habilidades detectivescas para deducir que el festival cultural de la Preparatoria Suisei se encontraba en pleno auge este año. Nosotros, los estudiantes, estábamos muy entusiasmados por este día tan especial del año, por lo que, en ocasiones, el cálido entorno se llenaba de aplausos y gritos entusiasmados.
No era precisamente extraño ver uniformes escolares de otras escuelas o a otros adultos, quienes probablemente eran tutores o padres de familia. Algunos niños que corrían de un lado a otro, gritando llenos de emoción, eran reprendidos periódicamente por sus respectivos padres. En medio del caos, avisté a un chico y a una chica tomados de la mano. No había visto antes a ninguno de los dos. Y, a pesar de eso, debido a la forma en que mantenían sus cuerpos cerca el uno del otro, pasando el tiempo en absoluta felicidad, me resultó imposible apartar mi mirada de ellos. Tomarse valientemente de las manos frente a otras personas debe ser algo que sólo tienen permitido hacer aquellos que admiten abiertamente estar saliendo.
Personalmente, yo no concibo esto como algo que nosotros dos deberíamos hacer frente a otros, mucho menos tan abiertamente. Junto con ese pensamiento, vino a mi mente la apariencia de una chica en particular… Ayase Saki. Mi hermana menor… o, más bien, mi hermanastra.
Hace cuatro meses, nos volvimos hermanos por medio del matrimonio de nuestros respectivos padres. Debido a que yo había vivido un infierno con mi madre biológica, yo me había hecho a la idea de no esperar nada de las mujeres en general. Ayase-san también experimentó algo similar y adquirió una actitud seca y distante. A pesar de esta gran desavenencia entre nosotros, por el bien de la felicidad de nuestros padres, ambos decidimos trabajar el uno con el otro, ajustarnos el uno al otro e intentar ser la mejor clase de hermanos que la situación nos permitiera ser.
Sin embargo, debido a ciertos acontecimientos, yo había comenzado a ver a Ayase-san, en lugar de como a mi hermana menor, como a una mujer en la cual podría llegar a estar interesado románticamente. A finales de septiembre, Ayase-san y yo nos revelamos nuestros sentimientos el uno al otro y nos ajustamos a ellos. Ciertamente, no habíamos alcanzado el estatus de una relación amorosa claramente definida, sino que habíamos acordado llegar a un punto medio. Seguiríamos siendo hermanos tal y como hasta ahora, aunque seríamos un poco más cercanos e íntimos que cualquier par de hermanos normales, lo cual nos permitiría alcanzar un cierto nivel de intimidad física que no estábamos dispuestos a demostrar en público tan apresuradamente. Se trata de una vida secreta, misteriosa y confusa, de eso no hay duda.
Caminar juntos por el festival tomados de la mano… Para una pareja como aquella, eso era algo que no tenían que pensar dos veces, pero mi actual relación con Ayase-san no permite algo así. Al menos, no frente a otras personas. Naturalmente, he renunciado a mantener en secreto el hecho de que Ayase-san y yo somos hermanos. Durante las reuniones entre padres y maestros, ambos decidimos que aligeraríamos las cargas de nuestros padres al dejar de mantenerlo en secreto; Sin embargo, ese mismo hecho torna extremadamente difícil nuestra situación actual, pues nadie puede vernos como amantes. La sociedad prohíbe que los hermanos se vuelvan amantes.
La ley establece que, siempre y cuando no haya vínculo sanguíneo alguno, no debería restricción alguna en nuestro camino, pero la visión del mundo y sus percepciones es un asunto completamente distinto con el cual lidiar. No sé cuán estrictas son las leyes, ni hasta qué punto amparan nuestro caso en particular, y lo más probable es que las personas, que probablemente ni siquiera se molesten en considerar nuestras circunstancias y sentimientos, lancen un grito al cielo ante un acto tan inmoral. Eso, por sí mismo, nos parecía demasiado y queríamos evitarlo.
Compré dos botellas en el puesto de la clase que estaba vendiendo bebidas, una de ellas contenía café y la otra contenía té negro (ambos calientes) y me alejé rápidamente de aquel ruidoso pasillo. Posteriormente, me dirigí a la planta más alta del edificio de aulas especiales, concretamente a un rincón de ella. Al abrir la puerta, me encontré con unas escaleras de emergencia. Ahí fui recibido por una solitaria estudiante que estaba de pie junto a la pared, aburrida: Ayase-san.
—Compré estas bebidas, Ayase-san.
—Gracias.
El punto más elevado de las escaleras de emergencias era el lugar más alejado de todo el ruido del festival, y hacía prácticamente imposible que alguien nos viera. Probablemente era de esperar que decidiéramos reunirnos ahí. Le entregué a Ayase-san la botella de té caliente y me senté junto a ella.
—¿Cómo va todo?
—¿En qué sentido?
—¿Estás disfrutando el festival? — pregunté, y Ayase-san hizo una expresión como si estuviera perdida en sus pensamientos.
¿Fue mi pregunta realmente de naturaleza tan filosófica?
—Sí, creo que sí. ¿Qué hay de ti, Asamura-kun? — Ayase-san me devolvió la pregunta.
Ah, lo hizo de nuevo.
—¿Hm? ¿Ocurre algo?
—No, no es nada… No me hagas caso.
La manera en que ella se refirió a mí cambió de su anterior «Nii-san» a «Asamura-kun». Últimamente, ella sólo se refiere a mí como «Nii-san» cuando estamos en casa.
—También lo estoy disfrutando… creo.
No me gustan las multitudes, ni tampoco todo el escándalo que hay, pero, ciertamente, no me desagrada la animada atmósfera del festival.
—¿Encontraste algún lugar interesante que visitar?
—Ehh… No realmente.
—Oh, ¿en serio?
—Creo que sólo se trata de mí. Realmente no sé cómo… disfrutarlos.
—¿Cómo disfrutarlos?
—Más bien… mi percepción de esos lugares, supongo.
—¿Ya veo? — La entonación de Ayase-san demostró que ella no estaba totalmente segura de lo que yo quería decir.
Los adivinos, las casas encantadas, y los otros lugares que me había encontrado por el camino seguramente resultarían divertidos en compañía de amigos o pareja, estoy seguro. Pero, si dijera eso frente a Ayase-san, sólo sonaría como un comentario sarcástico. Antes del día del festival, Ayase-san y yo discutimos qué sería (y qué no) aceptable que hiciéramos en un evento público como este, y llegamos a la conclusión de que deberíamos recurrir a hablar activamente en lugares apartados como este. Naturalmente, yo estuve de acuerdo; sin embargo, eso no cambia el hecho de que caminar por el festival por mi cuenta no era exactamente el tipo de experiencia emocionante que uno se imagina cuando se habla de un festival cultural.
—¿Viste algo que se viera divertido? — le pregunté a Ayase-san.
Intenté cambiar el tema antes de que ella pudiera adivinar cómo me sentía realmente.
—Por ahí — dijo Ayase-san, señalando a un rincón del patio.
En la esquina de una pista circular, de unos 400m de largo, había un pequeño escenario con asientos para el público. La música de los grandes altavoces que había ahí era audible incluso desde el lugar en el que nos encontrábamos. Debido a que estaba al aire libre, era un poco difícil distinguir las palabras a esta distancia, pero eso es lo que se puede esperar dentro de los alcances del sistema de altavoces del festival cultural de una escuela.
—¿Un concierto?
—Síp. Las chicas de nuestra clase están haciendo eso… eh, algo sobre una banda de visual kei. Fui junto a una chica que quería verlas.
—Oh, interesante. He escuchado de ello, pero no puedo decir que haya investigado mucho al respecto.
Sólo sabía que se vestían de forma ostentosa y abstracta. Ayase-san fue lo suficientemente amable para darme una explicación, que más o menos era una cita textual de su amiga, debido a que ella estuvo en la misma situación que yo. Según su amiga, estas bandas no sólo se enfocan en las canciones y sonidos que crean, sino que también se preocupan por la imagen visual que proyectan a sus espectadores, creando su propia visión personal del mundo… o algo por el estilo. Incluso los chicos de esa clase llevaban atuendos similares y maquillajes surrealistas, pero le hecho de que ellos fueran guapos les hacía populares con las chicas de otras escuelas. Eso es lo que entiendo.
Maquillaje, ropa a la moda, peinados con apariencias sobrenaturales… todas esas cosas no están precisamente en la lista de cosas en las que yo destaco, así que no puedo evitar admirar a las personas que se comprometen de corazón con ello. Bueno, debido a que ni de lejos soy tan guapo como ellos, y tampoco soy capaz de cantar o tocar algún instrumento, pensar en todo esto es una pérdida de tiempo.
—Oh, cierto, ¿qué hay de tu clase, Ayase-san? ¿Qué están haciendo en tu clase?
—Un maid café.
—¿Un qué?
Al escuchar esa respuesta tan inesperada por parte de Ayase-san, no pude evitar quedarme perplejo.
—Fue idea de Maaya, por supuesto.
—Claro.
—Si ella lo propone algo, todos estarán de acuerdo sin importar qué.
—Sí, eso es de esperar.
La amiga de Ayase-san, Narasaka Maaya-san, es excepcionalmente hábil al hablar con los demás, lo cual la hace famosa no solo con los estudiantes de su grado, sino también entre todos los de la escuela.
—Supongo que lo visitaré después con Maru.
—¿Es un amigo tuyo?
—Síp. Este año hay bastantes cafeterías, ¿cierto? Él dijo que quería visitar todas ellas y conocer sus conceptos especiales, o algo como eso.
—¿Es realmente algo tan importante? — preguntó Ayase-san, sonando ligeramente desconcertada.
—Bueno, rara vez se puede experimentar algo así.
Me vino a la mente la imagen de Ayase-san vestida como una sirvienta de la época victoriana, diciendo «Bienvenido, querido amo», lo cual me provocó el deseo de verlo.
—Yo no me voy a disfrazar, ¿entendido?
—Oh, okay.
Supongo que se me notaba en la cara.
—Mi trabajo fue ayudar con los preparativos, así que ya terminé mi trabajo por hoy.
—Como era de esperar. Buen trabajo.
Es un poco vergonzoso, para ser honesto.
—Ese tipo de servicio al cliente tan afectuoso es demasiado para mí — dijo Ayase-san.
—¿De qué manera?
—Más bien… no lo soporto.
—Oh, ya veo.
—Si me compensan por mi trabajo, entonces lo puedo ver como algo necesario de hacer, pero tengo problemas en el caso contrario.
—Eso tiene sentido.
Cuandoquiera que nuestros turnos coinciden y tengo la oportunidad de ver a Ayase-san en servicio al cliente, ella nunca es descortés. Sería más preciso decir que ella interactúa con todo el mundo de manera normal, nada más. Eso explica por qué tiene problemas proveyendo servicios que van más allá del mínimo aceptable.
Bueno, me cuesta imaginar a Ayase-san dibujando un corazón sobre el omurice de alguien y llevándolo a la mesa como lo haría una maid. ¿Conque un trato excesivamente amigable? ¿Se podrá eso también referir a la distancia emocional… que una pareja podría tener? Quiero decir, no es que tenga la experiencia suficiente para entender a lo que ella se refiere.
Una sombra se posó sobre las escaleras de emergencias. El brillante sol en el cielo comenzó a verse cubierto por nubes. Las sombras cubrieron el mundo, y la fresca brisa se adentró en mis huesos, haciendo mi cuerpo estremecer. Lo mismo le ocurrió a Ayase-san, quien se sentó a mi lado.
—¿Deberíamos regresar? — pregunté.
—Estoy bien.
Ya me había comenzado a levantar, pero volví a sentarme. Si soy sincero, quería permanecer así un poco más. Miré la pequeña mano de Ayase-san, que había colocado junto a mi cintura. No puedo explicar por qué, pero su mano parecía fría hasta el punto en que quería colocar mi mano sobre la suya para brindarle calor. ¿Realmente podría hacerlo? Nunca obtuve respuesta a esta pregunta, pues Ayase-san apartó su mano rápidamente y comenzó a sostener su botella de té con ambas manos.
—Sí que está haciendo frío.
—Realmente podría haber estado soleado y cálido, al menos por hoy — Alcé la mirada al cielo, maldiciendo a quienquiera que haya decidido que hoy hiciera frio. —Si tienes frío, no tenemos que quedarnos aquí afuera, ¿sabes?
—Estoy bien, ¿okay?
Eso dijo Ayase-san, quien movió ligeramente sus caderas para acortar la distancia entre nosotros. Yo hice lo mismo, acercando mis hombros a ella. Pronto estuvimos lo suficientemente cerca como para poder apoyar nuestros hombros el uno con el otro. Cuando menos, podía sentir el calor de Ayase-san junto a mí.
Siendo este el caso, abruptamente recordé el incidente de finales de septiembre, específicamente cuando me abrazó de la nada. Ese fue el momento definitive en el que pude sentir directamente su calor mezclándose con el mío. Y, por supuesto, el mero hecho de recordar esa dicha hizo que un poco de calor extra subiera a mis mejillas; sin embargo, el calor y felicidad que sentí en aquel momento se habían tornado borrosos y sombríos. No hace falta decir que, desde aquel incidente, nunca hemos compartido intimidad física hasta ese punto.
Aquel abrazo suyo fue un medio para reconfortarme y calmarse después de haberme puesto ansiosos y, desde luego, no se trataba de un medio para expresar sentimientos que pudiéramos replicar siempre. Era dolorosamente consciente de ello. Puede que hayamos llegado a la conclusión de que, aunque no tuviera un origen puramente romántico, sentíamos afecto positivo el uno por el otro, y que nos ajustamos en ese sentido para adaptarnos mejor a los intereses del otro; sin embargo, si me preguntaran qué ha cambiado desde ese entonces, tendría problemas para encontrar algo digno de mención. Simplemente intercambiamos nuestros verdaderos sentimientos el uno con el otro; ni más ni menos.
Dicho eso, el hecho de que no hayamos tenido mayor intimidad física desde aquel entonces demuestra que ambos estamos satisfechos con el lugar en el que estamos actualmente. Ella conoce mis sentimientos y los acepta abiertamente. Esto es algo que he confirmado, pero es más importante que cualquier otra cosa, y tocarnos no es más que el primer paso… o eso creo.
Y, a pesar de eso, en lo más profundo de mi corazón, yo me encuentro deseando más. No necesariamente al nivel de tomarnos de la mano en este momento, sino simplemente pasar más tiempo juntos. ¿Debería invitarla a algún lugar? ¿Eso es algo que ella querría? Últimamente, estos pensamientos venían a mi mente con cierta regularidad.
Espera… ¿está realmente bien? ¿Debería realmente estar reflexionando todo esto por mi cuenta? Interpretar sus deseos, retorcerlos a mi conveniencia, y luego esperar que ella comprenda lo que siento y lo que quiero… ¿No es ese el tipo exacto de comunicación y actitud forzada que ambos despreciamos? Honestidad y ajuste le ganan a todo lo demás. No puedo creer que casi lo olvido.
—Sí que hace frío hoy — dijo Ayase-san mientras miraba al cielo.
—Después de todo, el otoño ha comenzado.
—Sí, tienes razón. Es por el otoño.
—Con estas frescas brisas a diestra y siniestra, siento que el invierno podría comenzar mañana.
—Me parece que eso es un poco exagerado.
—Así que, de todos modos… una vez que comience a hacer frío, se volverá más difícil salir al exterior, ¿no crees?
Ayase-san es extremadamente perceptiva, así que ya debió haber adivinado lo que yo estaba intentando decir; sin embargo, no podía dejar que terminara ahí. Necesitaba terminar lo que quería decir. Eso es lo que implica dar el primer paso y ajustarse.
—Si te parece bien, me encantaría que pudiéramos salir juntos algún día a algún lugar. Juntos, ya sabes.
Los pocos segundos previos a la respuesta se sintieron como horas, haciendo que mi corazón latiera más rápido que durante un maratón. Al mismo tiempo, ocurrió un ligero cambio en la expresión de Ayase-san. Apenas fue perceptible —al punto en que yo mismo lo dudaba—, pero me pareció que se veía aliviada… casi feliz.
—Okay — Asintió débilmente con la cabeza.
Inmediatamente suspiré con alivio. Sentí como si me hubiera quitado un gran peso de encima. Y, entonces, volví a pensar. Si fuéramos una pareja normal de estudiantes, entonces probablemente estaríamos disfrutando al máximo de este festival cultural. Estaríamos paseando por la escuela, creando innumerables recuerdos preciosos; sin embargo, nos encontrábamos en un lugar apartado, ni siquiera tomados de la mano, simplemente sentados juntos. Nos estábamos ajustando el uno al otro, haciendo promesas de salir juntos si el tiempo lo permitía.
Es algo a medias y, me atrevo a decir… incómodo. Ni siquiera hemos definido propiamente si lo que nos acerca es amor romántico o amor familiar; sin embargo, hay una cosa de la que puedo estar absolutamente seguro. Estando sentado en estas escaleras de emergencias, alejado de todo el ruido del festival, simplemente disfrutando de una conversación casual sin mucha profundidad… eso es lo que me hacía sentir cómodo. Y, si Ayase-san se sintiera igual, no podría sentir más dicha en este preciso instante.
Las nubes en el cielo se movieron, revelando al brillante sol del atardecer. Una vez que nuestros cuerpos se confortaron gracias a la luz natural que se posó sobre nosotros, nos levantamos de las escaleras de emergencias y salimos de aquel lugar uno a la vez, con un pequeño espacio de tiempo entre cada uno. Después de eso, sino hasta que el sistema de transmisión de la escuela declaró la conclusión del festival, no nos volvimos a encontrar. Nuestro festival cultural terminó sin ningún incidente en particular digno de mención.
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